9.27.2010

La mujer sin memoria

Quemar, quemarse. Todo este fuego podrá ser tu bautismo, tu renacer.
Es que ya era demasiado, demasiados sentimientos, demasiados sueños, demasiadas utopías baratas y literatura trillada, y sobre todo ese pesimismo autoritario que ya la asfixiaba... Como en este momento el polietileno ardiendo, la nube negra que nos envuelve. Los vidrios rotos de un pasado que es mas presente de lo que nos gustaría.
Sé que muchas veces no fui hombre de palabra, que mis intenciones pudieron siempre ser otras, que no me dí cuenta de lo mediocre que era pensar que fui (o soy) el único hombre en tu vida.
Y verte tan feliz, tan libre riéndote a carcajadas (a pesar de estos días de humedad) mientras la almohada comienza a convertirse en una gran vela derretida y la habitación del hotel parece una imagen apocalíptica, me hace pensar que en realidad nunca fuimos únicos, ni irreemplazables, ni originales ni siquiera un par de N.Ns.
Pero esa sensación de descontrol y revolución que estás dejando, con ese tango de fondo (Yo no se que me han hecho tus ojos...) Y todo incendiado, todo perdido. Para darme cuenta de que mi ropa se quemó, la desnudez de todo, del cuerpo, de la historia, de nuestras vidas... y la policía y tus excusas, y verte alejada en un patrullero, feliz de que todo haya terminado, feliz de que mañana serás otra y seguro borrás mi número de tu agenda.

1 comentario: